¿A quiénes van a representar los gobiernos locales si la población de 70% votante no quiso ir a las urnas?

Por Roberto Veras

SANTO DOMINGO ESTE.-

En una sociedad donde la confianza en la clase política está en su punto más bajo, la pregunta que resuena es: ¿a quiénes van a representar los gobiernos locales si la población votante no quiso ir a las urnas? Es un dilema que pone en tela de juicio no solo la legitimidad de quienes ocupan cargos públicos, sino también la salud misma de nuestra democracia.

Las elecciones locales, esas que a menudo pasan desapercibidas frente al ruido de las campañas presidenciales o legislativas, son vitales para el funcionamiento de nuestras comunidades. Son las instancias donde se toman decisiones que impactan directamente en la vida cotidiana de la gente: desde el estado de las calles hasta la gestión de los servicios públicos esenciales. Sin embargo, la apatía y el desencanto hacia la política han dejado su huella en estos comicios.

Cuando una parte significativa de la población decide quedarse en casa en lugar de ejercer su derecho al voto, envía un mensaje contundente: la desconfianza en el sistema político es palpable. Se sienten abandonados por una clase dirigente que parece estar más preocupada por sus propios intereses que por los del pueblo que dicen representar.

Entonces, ¿a quiénes van a representar aquellos que resulten electos en estas circunstancias? Es una pregunta válida y preocupante. Es probable que los elegidos tengan una base de apoyo estrecha y fragmentada, lo que dificultará aún más su capacidad para gobernar de manera efectiva y para representar los intereses de toda la comunidad.

Sin embargo, incluso en medio de esta desconfianza y escepticismo, hay espacio para la esperanza. Los gobiernos locales tienen la oportunidad de reconstruir la confianza perdida, pero para ello deben comprometerse con la transparencia, la rendición de cuentas y la participación ciudadana genuina. Deben escuchar atentamente las preocupaciones y necesidades de sus ciudadanos, y trabajar incansablemente para abordarlas de manera efectiva.

La responsabilidad no recae únicamente en los funcionarios electos, sino también en cada uno de nosotros, como ciudadanos. Debemos estar dispuestos a involucrarnos en el proceso político, a informarnos sobre los problemas que afectan a nuestra comunidad y a exigir responsabilidad a aquellos que nos representan.

En última instancia, la salud de nuestra democracia depende de la participación activa y comprometida de todos los ciudadanos. Solo cuando nos involucramos y nos hacemos escuchar podemos esperar que nuestros gobiernos locales nos representen de manera efectiva y responsable.

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