
A un año de la gestión del alcalde de Santo Domingo Este, el municipio enfrenta un deterioro alarmante, marcado por el fracaso institucional y la falta de personal calificado en puestos clave.

Promesas incumplidas, decisiones arbitrarias y una administración opaca han sumido a la ciudad en un caos urbano y organizativo que los ciudadanos padecen a diario. La obsesión por el figureo, eventos frívolos de “pan y circo” y la incapacidad para abordar los problemas estructurales han profundizado la crisis. Este artículo expone el balance de un año de desaciertos que reflejan el colapso de la institución.
Basura: privatización y caos
La alcaldía delegó la gestión de residuos a empresas privadas, prometiendo eficiencia. El resultado ha sido un desastre: calles inundadas de furgones pestilentes y un colapso en las rutas de recolección, destruyendo el sistema que mantenía la ciudad limpia. La opacidad en los contratos con estas empresas y la falta de personal técnico para supervisarlos han agravado el problema, dejando a los ciudadanos en medio de un municipio sucio y desatendido.
Infraestructura y movilidad: improvisación y abuso
La instalación masiva de reductores de velocidad, muchos innecesarios, ha generado daños a vehículos y quejas generalizadas, evidenciando la ausencia de planificación técnica. Las multas de tránsito, cobradas ilegalmente según denuncias, carecen de claridad sobre su devolución, reflejando una gestión desordenada. El intento de regular a los motoconchistas con cobros de mil pesos y placas obligatorias desató protestas, y los fondos recaudados permanecen en un limbo, sin personal capacitado para rendir cuentas. Las áreas verdes, como los árboles de San Vicente, fueron abandonadas hasta eliminar sus contenedores, mientras el parque ecológico urbano y otras zonas verdes se deterioran por falta de mantenimiento profesional.
Cementerio: indignidad y abandono
El cementerio municipal está en ruinas, con cobros abusivos por servicios funerarios y carros fúnebres destrozados. La falta de personal calificado para gestionar este espacio esencial ha dejado a las familias en una situación indigna, sin soluciones a la vista.
Institución en crisis: opacidad y politización
La alcaldía carece de transparencia. Los procesos de licitación y asignación de obras son un misterio, manejados por un equipo con escasa preparación técnica. En Planeamiento Urbano, una persona sin cualificaciones, pero con conexiones políticas, ocupa un cargo crítico, mientras la Dirección de Desarrollo Comunitario permanece vacante, desarticulando el sistema de juntas de vecinos. En un acto de abuso, la alcaldía intentó realizar un censo utilizando ilegalmente a los presidentes de estas juntas, mostrando su desprecio por las normativas. La cancelación de casi 2,000 empleados, muchos sin recibir prestaciones, refleja la ausencia de una gestión de recursos humanos profesional.
Promesas rotas y falta de capacidad
La alcaldía prometió 1,000 becas que nunca se entregaron, mintió sobre la llegada de camiones para basura y no resolvió el problema de las inundaciones en los primeros 100 días, como se comprometió. Aunque se recuperó el mercado de El Almirante, el resto de la ciudad, incluido el mercado de Los Mina, se ha arrabalizado por la incapacidad de la institución para ejecutar un plan urbano coherente.
Figureo excesivo y eventos vacíos
La gestión municipal se ha centrado en un figureo desmedido, con actos que rozan lo absurdo. En un intento por proyectar una imagen de trabajo, el alcalde participó en una obra de construcción como si fuera obrero, una puesta en escena ridícula. Más insólito aún fue su aparición en una radio, con una capa de lluvia, simulando estar en las calles bajo la tormenta. La alcaldía ha priorizado eventos frívolos de “pan y circo”, mientras el descuido de los servicios básicos es evidente, evidenciando la falta de personal calificado para liderar iniciativas sustantivas. Las reuniones, inusualmente programadas en horas de la noche, incluso fuera del horario laboral, obligan a empleados y directivos a asistir, generando malestar y reflejando una gestión autoritaria sin estructura profesional.
Abusos y violaciones éticas
La alcaldía ha usado recursos públicos para autopromoción, entregando bonos personalizados y violando normas éticas y legales. Intentó asumir funciones de Migración con controles a ciudadanos haitianos y promovió una auditoría ilegal y sobreevaluada a la gestión anterior, sin validez. La aprobación irregular de bombas de combustible y la invasión de las orillas ecológicas reflejan la falta de personal técnico para garantizar el cumplimiento normativo.
Desastre institucional
La Dirección de Recursos Humanos estuvo meses sin liderazgo, recurriendo a una persona destituida previamente. El edificio municipal, con aire acondicionado y ascensores fuera de servicio, es un símbolo del abandono institucional. La falta de personal calificado y la nula rendición de cuentas aseguran que cualquier informe de gestión sea un ejercicio de ficción, sin respaldo documental.
Insensibilidad en el luto nacional
El colmo del fracaso institucional fue el intento de la alcaldía de asumir roles del Ministerio de Obras Públicas durante un luto nacional, sumándose a una campaña de descrédito sobre el puente de la 17. Esta acción, carente de empatía, ocurrió mientras la ciudad lloraba a las víctimas de un desastre. La alcaldía no expresó condolencias públicas ni facilitó apoyo para los asuntos fúnebres, mostrando una desconexión total con los ciudadanos.
Conclusión
A un año de gestión, la alcaldía de Santo Domingo Este es un reflejo de la improvisación y la incapacidad institucional. La falta de personal calificado, la obsesión por el figureo y la priorización de eventos vacíos han agravado el deterioro de un municipio que, lejos de progresar, está más desordenado, inseguro y empobrecido. Desde el 24 de abril de 2024, la institución ha fallado en cumplir sus promesas, y su rendición de cuentas, si llega a presentarse, será un cúmulo de falsedades incapaz de ocultar el abandono y la ineptitud. Santo Domingo Este merece una alcaldía que funcione, no una que se hunda en el ridículo y la ineficiencia.

