Recorrí con Manuel Jiménez las calles de Santo Domingo… prometía una gestión innovadora, honesta, creativa… y eso estaba bien… aunque muchos no sabían que quería decir con lo de creativa…
Así como Manuel soñaba y sueña con otro tipo de gestión la realidad es que muchos de sus seguidores querían lo mismo que los que hoy rodean y colman el ayuntamiento de Santo Domingo Este… resolver su problema, la adjudicación de alguna «obrita» o empleos para su gente.
Por otro lado, la Sala Capitular a veces funciona con combustible llamado dinero, algunos imprescindibles regidores sin que les pesen las manos no aprueban nada y amarran los proyectos, contratos, regulaciones, todo, vendiendo su necesario voto.
Así ha funcionado siempre, así funciona y parece que lejos de «arreglarse» se expande la mentalidad del Dame Lo Mio… que hace que un alcalde lejos de ser mago, tenga que ser malabarista, no importa si guarda algo para si… o no.
En realidad el deseo del alcalde no es importante, abajo las cosas funcionan de una forma y «violentarlas» es un gran reto… que posiblemente no será en esta gestión y quien sabe en muchas otras.
Sin embargo, poco a poco en el país se instala la llamada «institucionalidad» y los controles se harán más fuertes cada día., por lo que asuntos que por Ley deben pasar por el consejo y no pasan… cruzando los procedimientos establecidos podrían poner en peligro la existencia misma de la gestión, al final, sin necesidad obligada… por un poco más, o por un poco menos.
Quien está y quien venga debe saber que las Sirenas cantaron en la Iliada pero abajo, en la gestión, dentro del pueblo, con deudas y una población necesitada, con candidatos que se venden como Mesías, pero que cuando llegan se dan cuenta que todo el millonario presupuesto no alcanza «ni para una botellita de agua», ser alcalde no es ser un mago y menos eterno.
Un día la gestión se acaba, el poder político se extingue, ya no darán fundas ni tendrán presupuesto para asfaltar una calle dejando las demás en «polvazo» y ese día, el que secunde con la «ñoña puesta» justificará sus males, incapacidad o entendimiento que el dinero no alcanza para hacer todo lo prometido.
Los pueblos se cansan de promesas incumplidas por políticos que prometieron lo que no podían cumplir, la realidad dista del deseo sobre todo con lista de regidores con las bocas abiertas y sus manos extendidas.