Está claro que quien gane la alcaldía de Santo Domingo Este lo hará para gobernar una facción partidaria, no un partido.
En entrevistas a Ramón Cabrera le insistíamos en que existían dos grandes bloques, el del El Cañero Alfredo Martínez, que aglutina los segmentos que hoy gozan de las mieles del poder y el otro, que, por alguna razón que no vale especificar, y que tiene que ver necesariamente con el reparto necesario del poder entre los entes políticos, se unieron para sacar al actual alcalde en una gran coalición, al menos en intensión.
Hoy, Pilo, Cabrera, Radhames, Francis Gas y Luis Henriquez ya no van, quedan Luis Alberto y Karen, cada uno compitiendo entre si porque ninguno de los dos se nutre de las fuerzas del Cañero sino que se quitan dirigentes uno del otro, debilitándose más. Cada dirigente que se «roba» uno al otro debilita las posibilidades de ambos.
Mientras, El Cañero, con una alta tasa de rechazo pero con mucho poder, ve competir a sus contendientes y su fuerza, no mermar, a lo interno.
Aunque el conflicto Danilo vs Leonel no incide directamente en SDE, los tres precandidatos habían apostado a Danilo Medina y todos quedan sin «padrino» pues este se ha centrado en otras luchas y se apresuró a no levantar la mano a ninguno sino dejarlos competir, ahogando más al PLD en su conflicto interno en el municipio.
Otros candidatos compiten pero con menores posibilidades.
Del otro lado, el PRM nació dividido, en realidad, no ha nacido. En la ciudad, como en el país existen dos corrientes mayoritarias como franquicias que funcionan fuera de lo institucional, el LAP y H20, con sus representantes que no pueden por si solos vender su candidatura sino que tienen que hacerlo arrastrando el slogan de las propuestas presidenciales lo que les impide avanzar como partido, solo como tendencia.
Hoy es claro que existen 4 grandes frentes en conflicto y el escenario es confuso pues, increíblemente, algún segmento militante de un partido es capaz, y quiere, votar por candidatos del partido contrario, antes que votar por el candidato que compite a lo interno de su propio partido, así de profundas están las contradicciones.
Los de un bloque dentro de un partido no recibirán realmente el apoyo del otro aunque tengan que figurear y levantar la mano incluso, hasta jurar. El contexto político es muy complejo.