Alguna Prensa «nacional», ¿inquisidores o chantajistas?

Luis Abinader se ha manejado cuan jugador de futbol «americano», sorteando ruidos y problemas para ver si, de vez en cuando, logra un gol, y sí, lo ha logrado.

El presidente posee una tasa de aceptación considerable, aun habiendo tenido un partido que va, por un lado, estropeando su gestión y una prensa vigilante.

Sin embargo, las decisiones gubernamentales, a la hora de correrle a temas, han estado acorraladas por un tipo de prensa que, necesariamente, no es ni independiente ni bien intencionada.

La voz popular dice que «si te velan, no escapas» y «esta» prensa sabe como hacer las cosas, estudia las instituciones, observa vulnerabilidades incluso en el carácter pasivo del incumbente y ataca, casi siempre por orden de otro, que pueden, ser incluso, dirigentes de su propio partido.

¿Quién ordenó escudriñar en la Dirección de Embellecimiento hasta encontrar fisuras para acorralar a Don Antonio J. De La Cruz Nolasco?.

La llamada «prensa de investigación» se lanza sobre las instituciones y, si bien es cierto que «descubre» tópicos, terminan usando técnicas para masificar los temas, convertirlos en imparables e irreparables, hasta lograr la destitución o la renuncia del funcionario que, seguro, les produce una gran satisfacción, como un orgasmo.

El caso de la Dirección de Embellecimiento es icónico en forma y fondo, la «prensa» llegó un día para hacer un reportaje y «anunció» que venía a «rematar» su víctima una semana después, lo cual permitió que, durante siete días, otros inquisidores y chantajistas se acercaran a ver si también mordían.

El incumbente prefirió aferrarse a su suerte y mantener la opción de «no ceder».

Don Antonio, una persona decente, hombre de confianza del presidente, vio socavada su salud y su prestigio por la llegada de la prensa inquisidora que traía la guadaña lista para cortar cabeza, conociendo su poder, pero siempre, sabiendo con quién se mete.

El tema «nunca más se va a revisar», el prestigio de Don Antonio terminó manchado por la prensa de «investigación» y un hombre bueno, de los seguros, escasos en cualquier tren gubernamental, fue sacado de la posibilidad de servir al país.

Así funciona el injusto sistema, en manos de emporios periodísticos que actúan como inquisidores del siglo XXI, atentando contra la moral de quien sea por ranking.

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