Por Roberto Veras.
Si alguna vez ha asistido a alguna sesión del Concejo de Regidores del ASDE, probablemente haya observado que la mayor parte de la discusión o conversación a menudo están dominadas por un puñado de concejales.
Si estos concejales fueran las personas más conocedoras, inteligentes, empáticas y positivas, que miran hacia adelante, eso, en sí mismo, no sería necesariamente algo malo, pero mucho tienen una creencia errónea, que por la altura en que hablan, es que tienen la razón,
Sin embargo, la mayoría de los observadores objetivos están de acuerdo en que, por lo general, no es así, con frecuencia, parecen hablar simplemente para escucharse a sí mismos o por alguna otra razón.
La realidad es que cuánto alguien habla y anarquiza el parlamento municipal lo hace con algún objetivo y rara vez, o nunca, tiene la razón de lo que expone.
He participado en muchas sesiones como oyente, tanto en el país como fuera del país y la mayoría de los mejores concejales hablan menos de lo que escuchan, y solo hablan cuando tienen algo valioso que decir y aportar.
Esta es una de las razones más esenciales por las que el presidente de un Concejo Municipal o cualquier persona que dirija una reunión debe seguir una agenda cuidadosamente construida y utilizar el procedimiento parlamentario, de modo que se reduzca el tiempo perdido y las discusiones se mantengan en el tema y en la dirección adecuada.
¿Por qué tan pocos concejales aprovechan el procedimiento parlamentario? Una razón es, sin duda, un cierto grado de pereza o no les interesa conocerlos para seguir violentando los reglamentos, cómo lo hacen ciertas personas que establecen sus prioridades personales.
A menudo no se dan cuenta de que, a menos que se sigan estas reglas, es raro que se haga algo significativo, revisé numerosas organizaciones y observé que año tras año, reunión tras reunión, se repiten los mismos puntos y discusiones, sin que se inicien soluciones.
Cuando un parlamentario prioriza hacer las cosas antes que herir el ego de alguien, se hace cargo del ritmo de la conversación, y controla de manera democrática y justa, la agenda, para asegurar los logros y una discusión significativa.
Para dirigir sesiones ordinarias y extraordinaria existen reglas establecidas, por ejemplo: (Las Reglas de orden de Robert) que datan alrededor de 145 años, son las reglas más avanzadas que conozco sobre procedimientos parlamentarios.
El concepto básico de las Reglas de Robert dio a las reuniones de grupo un sentido de cohesión y orden que se demostró para evitar el caos, siguió el principio de que para tomar una decisión vital e importante: pedir la palabra y no hablar por encima de un colega cuando este expone en su turno.
Una de las primeras reglas es mantener el orden dentro de la reunión, brindar a todos los participantes la oportunidad de expresar sus puntos de vista de manera civilizada sin que se ignoren las opiniones de ningún miembro.
Finalmente, la verdad es la verdad; la mentira es la mentira, seguir las Reglas de Robert ha ahorrado tiempo, implementación de buenas y útiles ideas y sugerencias tomadas en cuenta para que el bienestar general de un Concejo de Regidores se meneje de forma correcta.
El deber de un hombre, es estar donde es más útil.
Juan Bautista Jiménez Veras
CEO Santo Domingo Este Digital RD