Clamor. El hacinamiento y mala calidad de las viviendas abundan. Realidad. Justifican el relajamiento de cuarentena por precariedades.
SANTO DOMINGO.-Villa Juana es famosa por sus guarderías. Detrás de una fachada que da frente a la calle, hay decenas de viviendas unidas unas a otras y compartiendo la misma pared.
Así es difícil mantener la distancia social que se recomienda para contener el nuevo coronavirus Covid-19.
Esa característica es común en la mayoría de los barrios del gran Santo Domingo, aunque hay otros donde la situación es peor, porque las viviendas están en peor estado.
Hasta el momento, 1071 de los 1,284 positivos al Covid-19 están en aislamiento domiciliario, que implica condiciones para que el paciente permanezca en su casa y no poner en peligro a familiares y vecinos. Hasta ahora ha sido posible porque la mayoría de esos casos son de gente clase media y alta, cuyas viviendas reúnen condiciones adecuadas.
Sin embargo, en los barrios la situación de la vivienda hace mucho más difícil ese aislamiento, porque pueden llevar a vivir hasta siete personas en una casa de 80 metros con solo dos habitaciones.
¿Cómo usar una habitación para mantener aislada a una persona en una casa en esas condiciones?
Residentes de sectores como La Ciénaga, comparten todos un techo poco elevado, caluroso y poco espacioso, en el que difícilmente podrán tener aislamiento domiciliario, como hasta ahora ocurre con la mayoría.
Vecinos testimonian que combaten el virus con agua y jabón, pero están conscientes de que al momento de la verdad, los contagiados tendrán que ser llevados a albergues u hospitales, dependiendo de su estado de salud.
“Aquí la gente vive como puede, se puede decir que vivimos uno arriba del otro”, expresa con aire de resignación una señora que lavaba un montón de ropa en la parte frontal de la rancheta en la que vive con su familia.
Dífícil cuarentena
En estos sectores la cuarentena es algo relajada, pues cada día hay que salir a buscar el sustento.
Eso, pese a que el Gobierno ha implementado un programa de asistencia social que incluye aumentar la cuota de dinero que reciben a través del programa “Solidaridad” y que el Plan Social de la Presidencia distribuye raciones de alimentos.
En estos lugares los guantes y las mascarillas se usan si se puede, pero la escasez a nivel nacional de esos utensilios se siente con mayor énfasis entre ellos.
Una niña que caminaba por la calle junto a su amiga decía que estaba afuera, porque “la cuarentena empieza a las cinco de la tarde”, en una clara confusión con el toque de queda.
A pesar de que las personas que tienen más de 60 años de edad son las más vulnerables en las defunciones por Covid-19, Antonio Beltré Batista, vecino de La Ciénaga, de 89 años, dice que goza de buena salud y que “no teme contagiarse” del nuevo coronavirus.
Abandono
Las miradas tristes de las personas, los interiores de las casas con viejos trastos y el constante llamado a que las autoridades les recuerden, eran las consignas más abundantes.
José Alexander Bonifacio, padre de siete hijos, no tiene mucho espacio para el aislamiento, aunque con él solo viven cuatro de sus retoños. Ludovino Matos Cueva con 20 años viviendo en La Ciénaga, está consciente de que debe haber un distanciamiento socal entre las personas, pero también reconoce que eso no es posible en las condiciones en que ellos viven.
— Solidaridad
El gobierno ha prometido entregarle 5 mil pesos a las familias más necesitadas durante los meses de abril y mayo por medio de la tarjeta Solidaridad. El total de los beneficiarios ascenderá a un millón y medio en todo el país.
Tomado de https://eldia.com.do