Es el ícono de Santo Domingo Este un monumento increíble nombrado Faro a Colón, en forma de Cruz Cristiana; todo es un monumento no solo al “descubridor” sino a la llegada de la religión a nuestras tierras de América.
La idea de la construcción data de mediados del siglo pasado y no fue hasta las épocas de gobiernos de Joaquin Balaguer que “despejando” a un mar de pobres, construyendo incluso un muro para separar el monumento de la pobreza, una inusual obra se levantó donde nunca debió hacerse.
Religión, cruz, majestuosidad, todo ligado, incrustado en la ciudad, pasó a ser abandonado junto a la Iglesia primada de América que también corrió la misma suerte, las goteras dañaron el mármol, las heces de palomas cundieron sus pasillos y rincones defecando incluso en las banderas, el mantenimiento llegó al mínimo mientras todos viraron la cara para otro lugar, incluso las instituciones eclesiásticas a quienes se dedica el panteón. Hasta el Papamóvil terminó siendo un nido de avispas durante años sin que ni agua y jabón recibiera el vehículo.
Hoy, los tiempos cambiaron y es dificil destruir tanta afrenta… es mejor, como otros monumentos construidos incluso con la sangre india masacrada, que la asumamos como parte de la historia, le declaremos monumento nacional y se le asigne el presupuesto necesario sustituyendo el pírrico actual pero sobre todo el amor y el cuido que necesita.
La nueva alcaldía de Santo Domingo Este, empeñada en reinagurar todo el espacio no solo intervino el Faro con la venia del Ministerio de Cultura sino también sus arrabalizados alrededores incluido el Parque de los Enamorados, inmenso, hemoso, abandonado desde los tiempos del presidente reformista y que fuera sepultado por el olvido y las luces alumbrarán esa zona del municipio y quien sabe alguien exclame que la gloria es de alguien pero le corresponde a los nuevos tiempo.
Hoy, para completar el proceso, a sabiendas que Cristobal Colón no fue el primero en pisar América sino los vikingos, que la Cruz además de conquista trajo sífilis y otras enfermedades que diezmaron e incluso, exterminaron civilizaciones autóctonas, que fue un encuentro y no un descrubrimiento, que al final devino en una aberrante conquista por oro y tierras… a sabiendas que el monumento puede convertirse en un punto importante de encuentro de los pueblos que hoy, más concientes de sus ancestros, no tengan que virar la cara ante tanta ofensa, es hora que se le cambie el nombre a Faro de las Américas.