Algunos perremeistas gozan de escaso, poco, nulo, sentido común. Son tan predecibles que cuan niños pequeños, sabes que si muestras un caramelo te caerá encima y si le quitas la pelota llorará.
Anteponen sus roñas personales, sus principios egocéntricos, incluso, sus resentimientos y complejos de inferioridad, o superioridad, a los intereses del partido y sus candidatos de cara a una contienda electoral que, aun con números para reír, necesita de personas con mente tranquila frente a un adversario que siempre sabe lo que tiene que hacer… amen de sus errores.
Vienen de la vieja guardia, arrastran esos tiempos de sillazos y malos encuentros y no han evolucionado… cuan pareja pública, prefieren debatir frente a cualquier micrófono sus diferencias internas y no mirar el calendario para darse cuenta… o sea, que están a pocos días de una batalla que deben ganar.
Dura tarea de las nuevas camadas PRM, tratar de diferenciarse de los de siempre, los que han mantenido al partido en la oscuridad… pues los morados, como ellos gritan sus problemas al viento, saben que no guardarán mucho tiempo el secreto de su amores y de sus desencuentros y ahí les dan duro, mantenimientos en segundo lugar… perdiendo siempre, o casi siempre, que es igual.