Se entiende que ha transcurrido el tiempo más que necesario y que tenemos un pavoroso registro de contagiados y víctimas como para que nuestras autoridades gubernamentales establezcan, a través de la radio y la televisión nacional e internacional, una cadena de información y orientación constante sobre el coronavirus y sus secuelas, respondiendo a una línea matriz, diseñada y desarrollada por calificados especialistas en las diversas áreas del campo de la salud.
Sería una vía idónea para disminuir el nivel de confusiones y sobretodo, mitigar significativamente el maniqueísmo y la distorsionada fuente de desinformaciones que algunos despiadados son capaces de difundir, permanentemente, por medio de las llamadas redes sociales sin aquilatar el pánico y el daño que todo esto envuelve.
La angustiosa y preocupante realidad que actualmente vivimos exige de menos diatribas politiqueras electoralistas y del protagonismo revestido de una piedad y un humanismo alejado del oportunismo y el espectáculo, cimentado en el sufrimiento, el dolor y la muerte de tantos seres indefensos, condenados a la pobreza y el olvido por quienes, precisamente, hoy tratan de disculparse llevando la aspirina a quienes por tanto tiempo han condenado en la miseria y la enfermedad.
No es exagerado expresar que urge dar más informaciones y orientaciones y, fundamentalmente, detallar las opciones que tienen cada una de las medidas enunciadas, en interés de generar en la población una mayor comprensión sobre la dimensión de la pandemia que embate a la población dominicana, alcanzar un genuino compromiso social para evitar su expansión, al tiempo que reducir a su menor expresión el nivel de disgusto y confusión.
Hay que aminorar las tensiones y el atosigamiento entintado de pesimismo, elevando el alma humana con mensajes positivos, sin dejar de ser realistas.
Siendo lo anterior una necesidad perentoria, resultaría prudente sugerir a quienes ejercen la gobernanza que procedan a la conformación de un equipo profesional multidisciplinario, cimentado en la pluralidad, evitando la exclusión, que teniendo como plataforma el uso de una porción significativa de la programación general de la radio y la televisión dominicana, difunda de manera permanente aquellos contenidos elaborados esenciales para la preservación de la salud, la educación, la diversión y el sano esparcimiento de los diversos segmentos poblacionales que conforman la sociedad dominicana.
Sería un aporte trascendental que, entre otras cosas, evitaría muchos de los episodios lacerantes y dolorosos registrados con personas afectadas por el aterrador Covid-19, se hiciera mayor consciencia sobre la protección familiar requerida y evitaríamos algunas de las imprudencias que actualmente observamos en la lucha por alcanzar el distanciamiento social requerido para limitar el contagio del coronavirus.
Tenemos un enorme potencial ciudadano y profesional para enfrentar la horripilante situación y debemos demostrar con hechos reales, que es posible movilizarlo sin necesidad de sacar más gente para las calles, principalmente a encabezar operativos que no siempre se tornan efectivos para alcanzar los propósitos deseados.
Tal como atinadamente afirma un mandatario caribeño: “Hay miles de maneras creativas de aprovechar a todo el mundo, sin tener que estar saliendo, ni violando el aislamiento social».
La utilización de una porción de la programación general de la radio y la televisión nacional, insistimos, sería un aporte de relevante connotación en esta lucha de todos para preservar la patria.
No importa que para tan noble finalidad haya que, si es necesario, rentar algunos de los espacios televisivos y radiofónicos a varios de sus propietarios porque, colateralmente, tal decisión también implicaría evitar la desaparición definitiva de muchos programas que fruto de las amargas consecuencias de la pandemia del Covid-19 están al borde de sucumbir.
Incluir una red televisiva y radial permanente en la lucha contra el coronavirus además implicaría que los estudiantes de Informática puedan desarrollar y difundir nuevas aplicaciones; los de Pedagogía, colaboren en las teleclases con los niños del barrio; los de Medicina, asistan a los ancianos en la compra y el uso de sus medicamentos y los de Comunicación Social, colaboren para a hacer llegar la información necesaria, objetiva y a tiempo.
Una misión similar, con contenidos más terminados y profundos, se esperaría como valioso aporte de los calificados profesionales de la salud, la educación y la economía, entre otras facetas del conocimiento científico.
La comunicación es la piedra angular para el entendimiento y el compromiso social, sobre todo, en tiempos difíciles.
No olvidemos que hoy como ayer y siempre: “…mientras más viable sea la información, habrá menos gente confundida, menos gente molesta y con incomprensiones”.
Siendo así… no hay por qué esperar..!!