El Contraste de Colón: Entre el Grito de «¡Zafa!» (Mala Suerte) y la Glorificación del Genocida por la Alcaldía de Santo Domingo Este

En la República Dominicana, el nombre de Cristóbal Colón resuena con una dualidad que roza lo absurdo y lo trágico. Por un lado, el dominicano de a pie, con esa mezcla de superstición y memoria colectiva, grita «¡Zafa!» al mencionarlo, como si pronunciar su nombre desatara una maldición ancestral. Es un reflejo instintivo, un rechazo visceral a quien, para muchos, representa el inicio de una catástrofe que borró del mapa a los taínos, nuestros indios, y marcó el comienzo de siglos de explotación. Por otro lado, en un giro que parece desafiar toda lógica histórica y cultural, el alcalde de Santo Domingo Este, en un arranque de creatividad dudosa, insiste en glorificar al conquistador con la marca «Costa del Faro», una propuesta tan ridícula como desconectada de la realidad geográfica e histórica.

Hablemos primero del «¡Zafa!». Esta expresión, más que un simple grito, es un conjuro popular, una manera de alejar la mala suerte que el pueblo asocia con Colón. No es para menos: su llegada en 1492 desencadenó una serie de eventos que culminaron en la extinción de los taínos, diezmados por enfermedades, esclavitud y violencia. Para el dominicano, rendirle homenaje a Colón es como invitar al mal agüero a sentarse a la mesa. Es un símbolo de desgracia, un recordatorio de que nuestra historia comenzó con una conquista que no dejó espacio para los vencidos. Y sin embargo, ahí está el alcalde, empeñado en convertirlo en un ícono de orgullo municipal.

La idea de «Costa del Faro» como marca para Santo Domingo Este es, en sí misma, un disparate. El Faro a Colón, esa mole de concreto que supuestamente guarda los restos del Almirante (aunque eso siempre ha sido debatible), no tiene costa. Está tierra adentro, rodeado de calles y barrios, lejos del mar que Colón surcó. La costa, por su parte, no está aledaña al faro ni tiene relación directa con él. Entonces, ¿qué sentido tiene esta fusión forzada? Parece más una ocurrencia de escritorio que un proyecto con raíces en la identidad del lugar. Peor aún, asociarlo a Colón es pisotear la memoria de quienes sufrieron las consecuencias de su «descubrimiento».

Cualquier homenaje a Colón en suelo dominicano lleva consigo un tufo de mala suerte. No es solo superstición; es un rechazo lógico a glorificar a quien muchos ven como el arquitecto de un genocidio. Mientras el pueblo grita «¡Zafa!» para protegerse del pasado, el alcalde insiste en mirar hacia atrás con nostalgia colonial, como si asfaltar avenidas con el nombre de un conquistador borrara las cicatrices de la historia. Santo Domingo Este merece una identidad que celebre su presente y su gente, no un eco hueco de un faro sin costa ni un conquistador sin redención.

En este contraste entre el pueblo y sus gobernantes, el dominicano sigue gritando «¡Zafa!», recordándonos que la verdadera sabiduría está en no olvidar. Que el alcalde tome nota: rendirle culto a Colón no trae progreso, sino el peso de un mal fario que nadie quiere cargar.

CAJITA CONVERTIDORA

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