El dolor de la Ruptura

Sabemos que las condiciones estaban dadas, era imposible la convivencia, ni un día más, ni una hora más…

Sin embargo, cuán doloroso debe ser renunciar a un colectivo donde has compartido décadas, compañeros, compañeras, batallas juntos, desavenencias, juntes, fiestas… y hoy… todo se derrumba.

En menos de una semana, un suceso tortuoso que inicia su «comienzo del final» desde la selección de Gonzalo por encima de sus compañeros, hasta el día de las elecciones, en un proceso tan truculento, lleno de delitos electorales, donde ningún bando sale convertido en santo.

La renuncia de Leonel, usando términos duros contra una casta, antes aliada, hoy, evidentemente complotada, seguido de un discurso guerrero de Danilo escogiendo al enemigo para llevarlo al terreno personal, ha desatado un clima de guerra que revienta los escenarios políticos de las redes sociales donde pelean los hasta ayer compañeros, desnudando los resentimientos acumulados.

Más allá del escenario electoral, se produce un tsunami de renuncias que demuestran cuántos no están dispuestos, más allá del líder, a seguir en el viejo régimen, mientras que los que se quedan van, como buitres a la carroña de los espacios vacíos que la inmovilidad histórica de la estructuras partidarias, fruto de un complot de las cúpulas moradas para perpetuarse en el poder, tenían ocupadas y solo la ruptura, y no la democracia interna, vacian.

En medio de la guerra entre excompañeros, la campaña electoral no permite, a unos pensar con tiempo, a otros, ofender suficiente, mientras la mayoría, de un bando y otro, lamentan la falta de esperanza en un futuro hegemónico como antaño, dudan, todos, de poder mantener el gobierno, sin tiempo a poner las culpas donde van, o donde deben ir, o donde cada quien crea deban colocarse, hasta que se den cuenta, con tristeza, que sus antiguos amigos, ya no están.

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