El Modelo Entreguista de la Alcaldía de Santo Domingo Este: Un Retroceso en el Manejo del Aseo Urbano

La gestión del aseo urbano en Santo Domingo Este ha pasado de ser un servicio público eficiente y directo a convertirse en un ejemplo alarmante de lo que sucede cuando las prioridades de una alcaldía se desvían del bienestar ciudadano hacia los intereses privados. Lo que alguna vez fue un sistema con una flotilla de 100 camiones compactadores, que garantizaba la recolección de basura casa por casa dos veces por semana, ha sido desmantelado en favor de un modelo entreguista que ha delegado esta responsabilidad esencial a empresas privadas. El resultado: un caos que ha llenado la ciudad de vertederos improvisados, contenedores desbordados y una ciudadanía abandonada a su suerte.

De la Eficiencia al Descontrol
El plan original, impulsado en su momento por el exalcalde Manuel Jiménez, apostaba por un modelo de recolección estructurado, con rutas claras y una frecuencia regular que llegaba directamente a los hogares. Este sistema, inspirado en las prácticas de ciudades desarrolladas, buscaba mantener la limpieza y el orden en los barrios. Sin embargo, la llegada de la actual administración marcó un giro radical. Bajo el pretexto de modernización o eficiencia, el servicio fue entregado a empresas privadas, desarticulando el control municipal y dejando la frecuencia de recolección a merced de intereses comerciales.

Hoy, los camiones no pasan con la regularidad de antes, y los barrios se han convertido en un mosaico de basura acumulada. En lugar de soluciones, la Alcaldía ha optado por instalar contenedores y furgones en calles y aceras, una medida que no solo ocupa espacios públicos, sino que ha transformado estos puntos en focos de insalubridad. Lejos de ser una alternativa viable, estos vertederos improvisados se han convertido en comederos de ratas y generadores de olores nauseabundos, afectando la calidad de vida de los residentes.

El Costo Humano del Entreguismo
El impacto de este modelo no se limita al deterioro visual o ambiental de Santo Domingo Este. Los ciudadanos, abandonados por un sistema que ya no llega a sus puertas, se ven obligados a cargar con la basura acumulada en sus hogares y a pagar de su bolsillo a carretilleros para que la trasladen a los contenedores. Este gasto adicional, que no debería existir en un municipio con un presupuesto destinado al aseo, es una carga injusta para una población que ya paga impuestos por un servicio que no recibe. La Alcaldía, en lugar de garantizar un derecho básico, ha transferido la responsabilidad a los más vulnerables, mientras las empresas privadas lucran sin rendir cuentas.

Un Alcalde Gestor de Negocios Privados
El actual alcalde, quien se presentó como un gerente capaz de optimizar los recursos municipales, ha demostrado ser más un gestor de intereses privados que un defensor del pueblo. Con el presupuesto de todos, ha diseñado un esquema que beneficia a empresas contratadas en detrimento de la ciudadanía. La entrega del servicio de aseo a manos privadas no solo ha destruido un sistema que funcionaba, sino que ha convertido una necesidad pública en un negocio lucrativo para unos pocos. ¿Dónde está la planificación que priorice a los habitantes? ¿Por qué se insiste en un modelo que, lejos de resolver, agrava el problema?
En las ciudades desarrolladas, el aseo urbano es un servicio público esencial, ejecutado con precisión y responsabilidad estatal.
En Santo Domingo Este, en cambio, se ha optado por un retroceso inexplicable: privatizar lo que debería ser una obligación municipal, dejando a los barrios ahogados en basura y a los ciudadanos pagando doblemente por un servicio deficiente. Este «plan macabro», como muchos lo llaman, no solo traiciona la confianza de quienes eligieron a esta administración, sino que evidencia una visión cortoplacista y entreguista que sacrifica el bien común en el altar de los intereses privados.

Un Llamado al Rescate del Servicio Público
Santo Domingo Este merece un sistema de aseo que funcione, que respete la dignidad de sus habitantes y que recupere el espíritu de servicio público que alguna vez tuvo. El modelo actual, con sus contenedores desbordados y su dependencia de privados, es un fracaso rotundo. Es hora de que la Alcaldía deje de ser un gestor de negocios ajenos y retome el control de un servicio vital, devolviéndole a la ciudad la limpieza y el orden que sus ciudadanos merecen. La basura en las calles no es solo un problema estético; es el reflejo de una gestión que ha perdido el rumbo y que, con cada día que pasa, hunde más a Santo Domingo Este en el abandono.

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