Cada cuatro años se crean nuevos ricos, cada gobierno pare sus millonarios que van desde los que cambian carros, casas, compran fincas, aviones e incluso, cambian de esposa.
Al paso del tiempo la fortuna de lava, crecen los vástagos creyendo que su padre o madre tuvieron éxito por emprendedores y nunca llegan a saber que simplemente fueron parte del gobierno o estuvieron «pegaos» con alguien que teniendo algún cargo por decreto, favoreció hasta el punto de desviar el curso de la vida desde el trabajo hasta el lujo.
Barrios enteros o torres en la avenida Luperón, Tahoes como marca y restoranes de moda, cada gobierno hace creer a muchos funcionarios que el poder es eterno e incluso, que lo que hacen mal hecho, mal habido, robando, malversando, desviando fondos, violando leyes, es aceptable porque «para algo se llega al poder».
Muchas fortunas en la República Dominicana no aguantan el mínimo análisis, terminan hasta siendo abogados reconocidos con importantes firmas, importadores, grandes e importantes agentes inmobiliarios, diputados, senadores, alcaldes, llegaron con «empresitas» o las crearon al vapor porque surgió un amigo que «les va a ayudar», en el «dando y dando» que ahora explota en los casos de corrupción.
Se venden como gerentes y no son capaces de exponer sus pasados, visten como empresarios y hasta se publican magnánimos con ONGs humanitarias, donde el dinero fluye quien sabe, limpiesito aunque si nos acercamos mucho, aún hiede.
