A los victimarios le impusieron un año de prisión preventiva en la cárcel de La Victoria.
Santo Domingo. El silencio sepulcral que se esparce por todo el sector La Toronja, en Santo Domingo Este, evidencia la tragedia que el pasado 23 de mayo enlutó a tres familias y dejó diez niños huérfanos.
Las calles permanecen vacías, algo que, según sus residentes, no es común en esa zona, principalmente donde ocurrió la tragedia en la que el raso de la Policía David Cuevas Acosta y su padre Simón Cuevas Peña asesinaron a tiros y machetazos a Miguel Luis Sosa Santana, Miguel Ángel Montero y Erickson Fernando Ramírez, tras sostener una discusión.
Cinco familias se han ido
Las amenazas que supuestamente ha recibido la madre del victimario, Noemí Acosta, de parte de los familiares de los hombres asesinados por su hijo y su esposo, la llevaron a abandonar la residencia en la que había vivido junto a su familia durante más de dos décadas.
Pero no solo ella se ha marchado, también los parientes del dueño del taller, al igual que las tres familias que vivían en la casa propiedad de los acusados de cometer el triple crimen.
El mismo día de la tragedia ninguna de las cinco familias durmió en sus hogares, pero no fue hasta el pasado sábado cuando comenzaron a retirar sus ajuares acompañados de miembros de la Policía, según revelaron residentes en esa zona.
Tranquilidad y miedo
El ambiente que se vive en La Toronja, donde Cuevas Acosta y Cuevas Peña, mejor conocido como “El Chicharronero” mataron al propietario y dos empleados de un taller de mecánica luego de sostener una discusión, es de una tranquilidad acompañada de miedo.
La calle donde ocurrió el suceso está totalmente despejada, algo que, de acuerdo a residentes en esa zona, tenía décadas que no estaba de esa forma, pues en la calle siempre había muchos vehículos que obstaculizaban el tránsito,
Los residentes no querían referirse al caso, pues aseguran sentir temor de hablar la verdad del suceso y poner en riesgo su vida y la de sus familiares.
Tras varias insistencias, dos personas que conocen a profundidad lo sucedido, decidieron hablar sin que sus identidades fueran reveladas.
“Te voy a decir algo, el único que tiene derecho a quitarle la vida a alguien es quien la da y ese es Dios, pero la realidad es que la gota que derramó el vaso ocurrió ese día, porque ninguno de los muertos tenía razón en la discusión y hasta agredieron a David, y por eso pasó lo que pasó”, dice la mujer que prefiere no revelar su identidad.
Dijo que en esa zona no había tranquilidad por la gran cantidad de vehículos que había en la calle, y que nadie podía decir nada.
(+)
“POR AQUÍ NO HABÍA TRANQUILIDAD”
RESIDENTE EN EL SECTOR: La tranquilidad que se vive en La Toronja era algo que no se sentía desde que el taller del hombre que fue asesinado junto a sus dos empleados estaba en funcionamiento.
El día anterior a la tragedia, el raso Cuevas Acosta había amanecido trabajando y se encontró con un vehículo frente a su casa que no le permitía entrar y tras la discusión que tuvo lo partieron con un tubo, y él reaccionó junto a su padre.
“No es posible que tengas un taller de vehículos y que no tengas un lugar dónde arreglarlos. No solo los dueños de la casa donde los mataron estaban afectados, sino todos los que vivíamos por aquí, porque ellos llenaban la calle de carros y nadie podía pasar “, dijo.
Explicó que en varias ocasiones los acusados del triple asesinado ni los inquilinos que tenían en su casa podían salir por la obstrucción de los vehículos.
Una de las tías de la mujer que prefirió no revelar su identidad vivía frente al taller y tras varias discusiones por la misma situación que provocó las muertes, tuvo que mudarse.
“Tampoco ellos tenían un horario de trabajo, porque era a cualquier hora comenzaban a reparar vehículos. También incendiaban piezas de los carros delante de todo el mundo y no pasaba nada.
Incluso, te puedo decir que la hermana del muchacho que los mató creó un pequeño jardín frente a su casa y ellos lo desbarataron”, aseguró.