
La administración de la Alcaldía de Santo Domingo Este se ha convertido en un monumento al cinismo y la irresponsabilidad. Mientras el municipio se ahoga en promesas vacías y prioridades torcidas, la gestión local parece más interesada en fuegos artificiales que en justicia laboral. Es un escándalo que, a 27 de marzo de 2025, cientos de exempleados públicos desvinculados sigan sin cobrar las prestaciones que les corresponden por ley, un derecho pisoteado con una indiferencia que raya en lo cruel.
El alcalde tuvo el descaro de pararse frente a la prensa y jurar, con esa solemnidad que solo los políticos saben fingir, que antes de que terminara el 2024 todas las prestaciones estarían pagadas. ¿El resultado? Entramos en abril de 2025 y muchos de esos trabajadores —padres y madres de familia que dedicaron años al servicio público— siguen esperando, atrapados en un limbo de deudas y desesperación. Esta no es solo una promesa rota; es un abuso de poder, un insulto a la dignidad de quienes confiaron en su palabra.
¿Y dónde está el dinero? En lugar de honrar sus compromisos, la alcaldía despilfarra fondos en fiestas, eventos rimbombantes y dádivas a deportistas ganadores, como si el aplauso efímero valiera más que la estabilidad de sus excolaboradores. Es una bofetada en la cara a esos empleados que fueron cancelados sin miramientos, dejados a la deriva mientras el cabildo se pavonea con espectáculos vacuos. ¿Qué clase de líder prioriza la propaganda sobre el cumplimiento de la ley? Uno que ha perdido el rumbo, si es que alguna vez lo tuvo.
La Ley 41-08 de Función Pública es clara: las prestaciones laborales no son un favor, son un derecho inalienable. Cada día que pasa sin que se paguen es una violación flagrante, un acto de negligencia que merece no solo críticas, sino consecuencias. La administración no solo ha fallado en lo básico —cumplir con sus obligaciones legales—, sino que ha mostrado una insensibilidad que avergüenza. ¿Cómo puede alguien que dice representar al pueblo ignorar el clamor de los vulnerables por un puñado de titulares?
Esto no es solo ineptitud; es una traición a la confianza pública. Los desvinculados no son estadísticas, son personas reales que enfrentan hambre, deudas y angustia mientras la alcaldía juega a la caridad selectiva. Basta de excusas y cortinas de humo. Si el alcalde no tiene la decencia de cumplir lo que prometió, que al menos tenga la vergüenza de dar la cara y explicar por qué su gestión prefiere el circo al deber. Santo Domingo Este merece algo mejor que este vergonzoso espectáculo de desidia.
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