La Fuerza del Pueblo busca sus espacios en el mismo nicho que el PLD, buscando crecer fuera, sin mucho logro, del padrón del que ellos llaman «el viejo partido».
El tiempo es el «asesino» del recuerdo. Ahora el PLD, con la escogencia, en teoría, mediante consulta, del candidato presidencial, puede pensar con calma en el fortalecimiento de sus estructuras y al menos, evitar el desangre evidente del que fue «víctima» luego de las atrocidades de la última campaña interna para presidencia en el 2019 y el hartazgo por parte de la población del nivel de corrupción e impunidad imperante.
Aun cuando la Fuerza del Pueblo debió heredar la organización y disciplina del PLD, lo cierto es que según lo que se aprecia en Santo Domingo Este dista de ser lo esperado.
Aspirantes prematuros ensucian la ciudad de vallas violadoras de la Ley Electoral, que podrían ser inmediatamente inhabilitados por la Junta Central, y las noticias que uno visualiza en las redes no es la venta del partido como para llamar a adhesión, a registro, sino cada uno de los aspirantes por si solo, sin entender el contexto complejo de la competencia que se avecina, vendiéndose ellos y no las «nuevas» del partido, lo positivo, etc, al menos desde donde el partido entienda.
La Fuerza del Pueblo adolece de un discurso que convenza como nueva esperanza, su líder es un «viejo» y eterno aspirante, sin posibilidad de competencia y basa su discurso en «lo mal que está el adversario», más todo el lastre que se arrastra por haber sido parte del partido que fue rechazado por el pueblo y sacado del poder, necesita vender que son una estructura que posee liderazgos auténticos y no reciclados u obsoletos liderazgos que se aferran a su existencia pero sin rumbo claro, más allá del empeño de colocar a su líder otra vez en el podium.
El partido luce viejo siendo nuevo.
La reciente escogencia de 20 mujeres para alargar el máximo nivel de dirección del partido es posiblemente el único oasis de democracia que hasta hoy tengan, pues todos los demás dirigentes, como hizo el PLD, fueron colocados «melaganariamente», a dedo, por los que llegaron «de jefes» cuando el pacto que les confirmó la creación con nuevo nombre y nuevo logo.
Más allá de Leonel, la Fuerza del Pueblo no logra la suficiente potencia para acelerar su protagonismo, y ahora que el PLD se reorganizará sin remedio, fortaleciendose, al menos a lo interno, junto a un gobierno que no está tan mal como ese partido lo quiere hacer ver, debe reevaluar sus pasos por etapas, evitar ser noticia por las violaciones de sus aspirantes a las leyes de la República y buscar, entre la madeja de «hacer lo que convenga» más allá de la cacareada democracia, aparentar que son un partido de oportunidades que hasta ahora, no lo son.