El alcalde visitando el Jet Set colapsado, con un ridículo casco para atraer la foto y jugar a vender su figura, recorrer el Puente de la 17 diciendo que tomará medidas, sustituyendo el rol del ministro de Obras Públicas en duelo. Mientras, las funerarias municipales, creadas para dar servicios hasta gratuitos al pueblo, funcionan como privadas en precios abusivos, y los carros fúnebres comprados en la pasada administración están parado por «boberías».
La falta de empatía y humanidad que supura la Alcaldía multiplica la malapalabra cuando les llaman «Gobierno de Pastores». Cuando el figureo, la necesidad de la lujuria del selfie, la orgía mental que produce al que necesita una foto verse en ella o en un titular.
La empatía se tiene o no se tiene, depende de la calidad humana, como quien ama a Dios y se deja amar, o quien usa a la Biblia para dominar al prójimo, como el asesino del Libro de Eli.
Estamos siendo gobernados por la maldad, la megalomanía y las puestas en escena. Es el destino de una ciudad a la que asaltó las mafias electorales y la delincuencia política, en la que tal vez solo queda rezar para que el municipio pueda escapar del infierno al que está siendo sometida.
