Santo Domingo Este, una ciudad que una vez fue considerada un jardín urbano por la abundancia de flores y su esmerado cuidado, ahora luce descuidada y llena de maleza. La transformación negativa es evidente y dolorosa para los residentes y visitantes que solían disfrutar de su belleza. La nueva administración, lejos de mantener el legado de cuidado y atención que caracterizó a la ciudad, ha permitido que el deterioro se apodere de espacios públicos y áreas verdes.
En años anteriores, Santo Domingo Este se destacaba por sus parques bien mantenidos, calles adornadas con coloridas flores y jardines públicos que ofrecían un respiro de la vida urbana. Los esfuerzos de administraciones pasadas lograron convertir la ciudad en un ejemplo de gestión de espacios verdes, ganándose el aprecio y la admiración de sus habitantes. Las familias disfrutaban de paseos vespertinos en parques limpios y los turistas encontraban en cada rincón un motivo para tomar fotografías.
Sin embargo, con la llegada de la nueva administración, la situación ha cambiado drásticamente. Las áreas que antes eran motivo de orgullo ahora están llenas de maleza y basura, reflejando un alarmante descuido. Los jardines, que solían florecer con vibrantes colores, ahora están invadidos por hierbas altas y descontroladas. Los parques infantiles, que antes eran seguros y acogedores, ahora están abandonados y sucios, privando a los niños de espacios donde jugar y socializar.
El descuido no solo afecta la estética de la ciudad, sino también la salud y el bienestar de sus residentes. La proliferación de maleza y basura crea un entorno propicio para plagas y enfermedades, poniendo en riesgo la salud pública. Además, la falta de mantenimiento de las áreas verdes afecta negativamente el medio ambiente, reduciendo la calidad del aire y la biodiversidad en la ciudad.
Santo Domingo Este, conocida por su exuberante belleza y sus jardines llenos de flores «trinitarias», ha visto un notable deterioro en su infraestructura verde. Las intersecciones de la Avenida Las Américas con San Vicente, así como los alrededores del Faro a Colón, reflejan un estado de abandono similar al de la Avenida Mella, ahora cubierta de maleza y basura.
El Boulevard del Dominicano en el Exterior, que solía ser un punto de orgullo para los residentes, se encuentra en un estado lamentable. El Monumento a la Biblia, que debería ser un lugar de reflexión y respeto, también sufre de la falta de mantenimiento. Estos sitios, que una vez fueron símbolos de la identidad y cultura de la ciudad, ahora están olvidados y descuidados.
La nueva administración debe reconocer y abordar urgentemente el problema del descuido de la ciudad. Es fundamental implementar un plan de acción efectivo para restaurar y mantener las áreas verdes, involucrando a la comunidad en el proceso y destinando los recursos necesarios para el cuidado de los espacios públicos. Solo así se podrá devolver a Santo Domingo Este el prestigio y la belleza que una vez la caracterizaron, mejorando la calidad de vida de sus habitantes y restaurando el orgullo ciudadano.