Desde que el presidente Luis Abinader subió existió apareció la encrucijada entre su discurso de Justicia Independiente (que nunca lo fue ni lo será pues, cuando es independiente se convierten en un partido más «tumba gobiernos») o colocar la suya, entre otras muchas promesas que en micrófono salen bien pero a la hora de ejecutar, son difíciles de abordar.
Mas o menos, mas mal que bien, cargos que no entendemos por que el «presidente los deja», otros «caídos del cielo» con decretos mejor que hasta los «perremeistas históricos», han pintado este gobierno hasta hacerlo llamar dizque «oligárquicos» y otras yerbas pero en realidad, son «compromisos de campaña» que luego, en ejercicio, los cobradores llegan con la mano extendida so pena incluso de «complicar» la presidencia.
Los «inversionistas» mandan, arrinconan hasta a los presidentes y, algunos de ellos, hasta producen hechos lamentables como el asesinato del ministro de medio ambiente pero no se puede despreciar el del que fuera alcalde de Santo Domingo Este aunque era un cobro «personal» (en teoría).
Quien hace compromisos sabe que de una forma u otra, debe pagar, en dinero o en especie y a veces, desgraciadamente, hasta con su vida.
Una declaración de una asistente de toda la vida del que será el alcalde de Santo Domingo Ese mencionó a un «apostador» compulsivo como «inversionista» de la candidatura y se sabe que en ese andar hay muchos otros y peor, el «voz popu» comienza a tener esto como norma: «nadie sabe como es que él va a pagar todos los compromisos que hizo».
Se sabe que hoy incluso, hay cierta preocupación pues los nuevos «administradores» ya pasaron su orgasmo, están frente a la dura realidad de tener que administrar una ciudad compleja que va desde gente honesta hasta delincuencia organizada que mata, con estructuras mafiosas que actúan en negocios turbios hasta en invasiones de tierras, que hay que mantener la mano dura para que todo no se desvanezca y peor, quedar atrapado entre la falta de valor o de voluntad para asumir posiciones donde hace falta ser más allá que político, o creérselo, porque ser servidor público trae consigo pelear con intereses verdaderamente grandes, de dimensiones que, hasta que no se está en la tormenta, no se sabe a ciencias ciertas.
La historias del Poder están llenas de éxitos, fracasos y hasta de muertes.
Administrar una ciudad es más que llenar papeles, es saber conjugar mil intereses, algunos de ellos justo en el regazo, sacrificar a la familia y cubrirse de seguridad, pues cada acción generará una reacción y cuando se trata verdaderamente de ordenar la ciudad tendrás a las mafias en contra pero si te pliegas a las exigencias de los «inversionistas oscuros» estos igual, se entrometerán en los intereses de los otros grupos que pueden ser hasta más peligrosos y también, afectarás.
Por desgracia, la realidad supera al deseo y no sabes que el pescado es espinoso hasta que no comienzas a comerlo.
…¿y ahora, qué?