Hacen de los edificios en construcción su hogar, viviendo en la precariedad y la pobreza similar a esclavos, pagados con migajas sin condiciones de vida ninguna dada por su empleadores y, cuando se hacen «mayoría», en un curso de impunidad mal pagada y muchas veces con ejercicios cómplices entre autoridades y empresariado entonces se rebelan ante la leve «aplicación» de la ley.
Los «pequeños Haiti» han ploriferado en todo el territorio nacional en medio de desgobiernos y sistema de aprovechamiento de la mano de obra semiesclava y la corrupción de las mafias que controlan el tráfico de personas en la frontera y más adentro del territorio nacional.
Gobierno tras gobierno pasan «paño» tibio a las diferentes migraciones mientras los cubanos y venezolanos se cubren de mejor protección para sus ilegales, los chinos se cubren con sus asocaciones y la forma casi subterranea de sus métodos de intercambio y cuidado mutuo, el haitiano está despojado por razones obvias e históricas de derechos a defenderse de la repredación inhumana propias del colonialismo más brutal. Todo sin tocar la cantidad de «residentes» rusos que dominan areas en el este.
¿Los gobiernos…?, bien, gracias. Apuestan a las medidas absurdas como un muro sin controlar las mafias que traen cientos de cargadoras de niños para pedir en esquinas los fines de semanas o las embarazadas que como tour llegan, paren y se van, el sistema está corroido, todos saben lo que pasa realmente y los presidentes se tambalean entre hacer algo y el dedo acusatorio de la mal llamada «comunidad internacional».
El «tema haitiano» necesita de un consenso de la clase política y empresarial pero la escases de voluntad política mantiene invadidas cuidades y pueblos hasta la «balcanización» de las zonas fronterizas y, si no se organiza, controla, se someten reglas duras, República Dominicana de un futuro cercano, lo va a lamentar.
