Se sabe, claro, que por tabues, pocos quieren abordar el tema, pero debe ser dicho con claridad y honestidad. Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios, lo que es Dios, en tiempo y espacio.
Inmediatamente la Alcaldía pudo liberar de vendedores informales los alrededores de la llamada Bomba de los Mina, fue invadida por predicadores, obstruyendo el tránsito y creando escándalos.
Así, parques, barrios, aceras, muchas veces son tomadas por predicadores o grupos de ellos que llegan con bocinas y no importa si el parque es un lugar de esparcimiento de las familias dominicanas, niños jugando, novios enamorándose, les obligan a escuchar su prédica, cuando ello no debe ser obligado.
Es cierto, si, que la Biblia manda a los fieles a llevar la buena nueva, pero no es cierto que para ello deba ser obligado y menos, incumpliendo las leyes terrenales ocupando los espacios públicos.
Benito Juarez
«El respeto al derecho ajeno, es la paz»
Hay que recordar que la molestia en el Metro fue tal, en un ambiente donde los viajeros van estudiando, revisando su celular, en su día a día y se logró hacer entender, por las malas, a quienes se creían en el derecho de importunar sin permiso, que ese no era el lugar. En la ciudad pasa lo mismo, incluso, el 911 recibe innumerables denuncias de escándalos de iglesias, casi igual que de colmadones.
La ciudad es de todos, creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos, niños, abuelos, trabajadores, amas de casa.
La ley es para todos, el ciudadano posee su espacio, los víveres venderse en mercados y la prédica a las iglesias, donde las personas puedan acudir si así lo creen necesario ya sea para engordar sus bocas o alimentar sus almas, lo que es completamente injustificable es que se invadan los espacios de todos por el deseo o por lo que crea un líder religioso imponer su voluntad, su deseo o su creencia a los demás.
Para un evento en específico se necesitan permisos, sea para un acto religioso en espacios públicos, pero ferias, actividades culturales, comunitarias, mítines y marchas políticas, etcétera y todos, absolutamente todos, tienen que pedir estos permisos, nadie está exento.
Al alcalde Manuel Jimenez no lo seleccionó un concilio, o los fieles a una iglesia específica o credo en si, sino todos los ciudadanos de Santo Domingo Este y el mandato es para todos por igual: Los Espacios Públicos tiene que ser recuperados, donde quiera que existan, se debe sacar a quien sea lo obstruya, sin distinción de tipo, credo, partido, o tendencia alguna de lo que quiera o sea.