El desafortunado desenlace de los llamados reconocimientos del último evento de Juntas de Vecinos donde se premió a enemigos de la gestión y de la ciudad que históricamente han vivido de socavar el mundo comunitario y conspirar contra el alcalde, frente a las formas en que se hace control de daños por ejemplo con el tema del escarceo violento con un vendedor informal que violaba la ley, así como premiar con suntuosos nombramientos a enemigos socavando su gestión colocando en el tren gubernamental (con toda la venia que tiene para hacerlo) la costumbre de rodearse de enemigos voluntariamente, unido a premiar con publicidad a medios que no le suman o listos a tranquilizarse con un cheque, hacen pensar que en el camino de gobernar Manuel Jiménez procede de formas extrañas jugando al tiempo y consciente del complejo mundo en que hay que saber sortear el escenario eminentemente corrupto y repletos enemigos demasiado cerca del mismo incumbente.
Si bien es cierto que a los enemigos hay que neutralizarlos, el aplicar la Ley no debe tener «peros», hace falta mano dura, un plan estratégico de recuperación de espacios públicos, un seguimiento a todo lo que tiene que ver con violencia y corrupción que pueda existir desde las direcciones encargadas como Planeamiento Urbano y Jurídica.
La ausencia de un plan de Educación Ciudadana que le diga incluso al habitante de Santo Domingo Este que las aceras con públicas, que las calles no pueden tener carteles ni carretillas o guaguas vendiendo, así como que los parques no son para invadirlos ni las aceras son para vestirlas de cerámica sino con piso de cemento… ni puedes poner un cartel fuera de tu propiedad y mil temas más, hacen que no exista ninguna posibilidad de paños tibios, no importa si presiona un líder comunitario, un político, un regidor, un funcionario ni que sea el presidente, la ley es la ley.
Ser complaciente con unos casos y otros no habré la rendija de la permisividad, del «a según», de la selectividad y mata el supuesto de que la Alcaldía procede siempre aplicando lo que dice la ley, que es su única y fiel aliada.
Manuel Jiménez llegó a la Alcaldía de Santo Domingo Este en una ciudad secuestrada por políticos, empresarios inescrupulosos, caos organizativo, ambiente jurídico corrupto que durante años permitió todo tipo de irregularidades, territorios invadidos, emergencia medioambiental perenne y un enjambre de políticos corruptos que durante años accionaron e incluso le ayudaron a llegar al podium para luego reclamarle.
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Es posible, si, que luego de haber fracasado en tener buenos ejecutivos en Recursos Humanos hasta ahora, haber sido traicionado por allegados e incluso, estarlo siendo ahora, que hacen promesas en su nombre y acciona en su contra a sus espalda para increíblemente complotarse con enemigos eternos, haber tenido 0 representaciones comunicacional hasta ahora y mil otros temas adversos a su gestión y que habría sido fácil solucionar con ser corrupto desde arriba corrompiendo todo abajo… como funcionan muchas alcaldías e incluso pudo funcionar la que él ocupa, lo único que le quede a Manuel Jiménez es su fama bien ganada de persona honesta y el hacer cumplir la Ley desde su ejercicio de gobierno.
Si Manuel juega demasiado a la política… y ya está en el límite, si trata de ser demasiado pragmático y se balancea en el precipicio, si sigue socavando la confianza depositada en él y las esperanzas de que todo sería diferente, poco valdrá haber recuperado la ciudad… la robarán desde sus propios anillos que el mismo ha creado ayudado por la mala prensa que él acomodó y pedirán su cabeza después de haberlo metido en líos que él mismo se buscó por excederse en confianza a quienes no debía y tratar de manejar a manos «peladas» a demasiadas serpientes venenosas.
Se gobierna con mano dura, con pragmatismo, pero sin piedad, porque el tiempo nunca alcanza, y siempre con Justicia.
El único camino que tienen los justos y la única tabla de salvación que tienen es hacer lo correcto.
La alcaldía más compleja tiene a lo que los grupos hegemónicos corruptos y la arcaica masa política también corroída de la ciudad temían, un hombre honesto, pero tan bohemio y confiado en sí mismo que el margen que tiene para actuar es demasiado limitado hoy porque traidores a su confianza hasta en cargos de dirección han ido socavando sus bases y los perversos que se levantan todos los días para hacer que tome malas decisiones.
Aun así, con tantos errores propios de una gestión que apenas sobrevive sin presupuesto, con intentos de muchos de adentro de ponerse a robar a manos llenas pero que encuentran poca complicidad, inundado de espías que conspiran las 24 horas para «explotar» al alcalde y que algo grande pase para dejarlo fuera como opción de gobierno e incluso, en el que corre, Manuel Jiménez es seguro que debe reevaluar el comportamiento errático que ha tenido en muchos cruciales incluso en los humanos a sabiendas o sin conocer que perjudican a su gente debe terminar vendiendo menos mano suave y manejos para dar un golpe en la mesa contundente que en vez de afectar a los suyos de un claro mensaje, que nunca ha dado, de que no permitirá que la ciudad siga invadida por la arabización y las invasiones de los espacios que él prometió devolver a los ciudadanos.