La Alcaldía de Santo Domingo Este continúa tomando decisiones que afectan negativamente a sus ciudadanos. Además de instalar reductores de velocidad de manera abusiva, abandonar furgones pestilentes en los barrios y saturar las avenidas con contenedores invasivos, ahora ha retirado los hermosos tarros coloridos que albergaban árboles en el centro de la avenida San Vicente de Paul. Estos elementos, que aportaban vida y belleza al entorno, fueron dejados marchitar y eliminados sin explicación, privando al municipio de un valioso toque de naturaleza.
Esta acción refleja un rechazo sistemático hacia todo lo que embellece y beneficia a la comunidad. La actual administración parece movida por un desapego hacia lo que genera alegría, destruyendo iniciativas que promueven el color y la armonía. La retirada de los tarros levanta sospechas sobre posibles negocios opacos, adjudicados a dedo, que podrían reemplazar estos elementos con propaganda o proyectos de dudoso valor para los munícipes. Incluso servicios como las funerarias municipales se han convertido en negocios recaudatorios, compitiendo en precios con las privadas y alejándose de su propósito social.
La gestión municipal actúa como si una fuerza oscura guiara sus decisiones, desmantelando o monetizando cualquier obra destinada al bienestar ciudadano. En plena Semana Santa, la Alcaldía optó por colocar una figura ostentosa del alcalde en el puente de la 17 y eliminar los tarros que daban vida a la flora en San Vicente de Paul, en lugar de promover la reflexión y la belleza. Estos tarros, legado de administraciones anteriores que sí apostaron por embellecer el municipio, contrastan con las iniciativas negativas que caracterizan a la actual gestión.
Las flores y árboles que aún adornan Santo Domingo Este son herencia de gobiernos pasados, mientras que los problemas actuales, desde el abandono hasta la priorización de intereses privados, son responsabilidad de quienes hoy lideran el municipio. La ciudadanía merece una gestión que celebre la belleza, fomente el bienestar y actúe con transparencia. Es hora de exigir un cambio que devuelva el color y la vida a Santo Domingo Este.
