
Respuestas a tantas preguntas.
Cuando la religión ha invadido el poder político, los pueblos han perdido y la libertad se extingue.
La Biblia dice: A Dios lo que es de Dios y al Cesar lo del Cesar
Cristo llamó a difundir la Buena Nueva, a expandir las ideas, pero nunca mando a tomar el poder político.
Muchos salieron a morir por difundir las ideas de Cristo, su historia, sus alegados milagros, hasta que el «poder» entendió que, «usar a Hijo de Dios» podría ser beneficioso para la política.
Todo cambió, la Iglesia del Medioevo se inmiscuyó en guerras, las hizo, participó en masacres, como la de la conquista de Jerusalem, hasta llegar a que el propio Papa y la Iglesia de la época gobernó, con la corrupción y los asesinatos selectivos incluidos que parece, ocurren en todos los tiempos.
Más adelante en la historia arribó la «inquisición», junto a demás abusos en momentos en que, o eras de ellos o merecías morir de las formas más horribles, retardando, para colmos, las investigaciones científicas y coaccionado a entes como Galileo Galilei (https://www.eldebate.com/historia/20230215/inquisicion-contra-galileo-teoria-heliocentrismo_93596.html) y Gerodano Bruno (https://es.wikipedia.org/wiki/Giordano_Bruno).
La oscuridad invadió la vieja Europa hasta la llegada de los tiempos de la llamada «Ilustración», la Revolución Francesa y los cantos de libertad.
Mientras, en Asia, los musulmanes, creadores de múltiples inventos absorbidos por la cultura occidental, demostraron ser tolerantes frente a otras religiones que incluyen los tiempos en que los «moros» ocuparon la hoy España, incluso, se ha sabido que el conquistador implacable Gengis Kan, que azotó casi la mitad del mundo conocido en la época fue muy tolerante con las diferentes creencias religiosas.
Los tiempos de tolerancia no son nuevos. Se sabe, por ejemplo, que la Biblia, escrita en lo que hoy es Irak, se pudo concluir gracias a la tolerancia en esos reinos para con las demás creencias de las cuales, incluso, las «santas escrituras», tomaron mucho para si.
Algunos países musulmanes han impuesto la Sharía como forma de gobierno, donde es el libro religioso de ellos, El Coran, en su «interpretación» más radical la que manda, provocando evidentes choques culturales e intolerancia. Otros países musulmanes, sin embargo, laicos, permiten con libertad y sin sesgo que cada grupo social practique sus creencias, vista como quieran o aprendan como creen.
África se sumerge hoy en radicalismos musulmanes que poseen como único objetivo, no el bienestar y desarrollo de esos pueblos, sino la imposición de su fe, como piedra angular de la vida de las personas, desconociendo la diversidad.
De este lado, del mundo occidental, algunas posiciones llaman a la preocupación que pastores y curas tomen el poder político, mezclando los roles y cambiando todo muchas veces, en prejuicio de la ciudadanía, que es diversa.
El avance de las ideas radicales fue detenido en países como México, donde está prohibido, por ley, que pastores, curas y otros tipos de líderes religiosos ejerzan poderes políticos posiblemente, ante el peligro de intolerancia hacia las demás manifestaciones religiosas.
La irrupción de diferentes grupos evangélicos en Brasil ha sido perjudicial para la política que al final termina teniendo que «dibujar» planes que no «enfrenten» la furia de pastores, mientras que en Bolivia, radicales cristianos y evangélicos dieron un golpe de estado y proclamaron la persecución como cruzada en contra de las creencias ancestrales de los indígenas, que son mayoría.
Para colmos, en Guatemala, un pastor gobernó y no solo fue un gobierno muy corrupto sino que además, intolerante, haciendo retroceder la democracia en ese país de Centro América.
Las religiones se difundieron en el mundo por las conquistas, invasiones y masacres de antaño, por ello, es increíble que algunos crean que regresar al adoctrinamiento desde el estado, en medio de tiempos de libertad e internet mundial, sea la vía de hacer prevalecer lo que quieren para ellos, a garrote contra los demás.
La historia elemental del mundo no convence que, porque seas líder religioso, eres mejor que un político «corriente» y menos, que puedas gobernar mejor, pero lo realmente preocupante es, que en tiempos de diversidad, cuando las nuevas generaciones deciden su religión «mirando» en Internet, se quiera amarrar la libertad de los hombres en una «doctrina única», como si estuviéramos en épocas de inquisición, lapidaria e intolerante propias del Medio Evo o del actual ISIS

