Editorial: Reformas urgentes en una sociedad en decadencia y desordenada

La República Dominicana atraviesa una crisis profunda que afecta todos los aspectos de la vida cotidiana. La violencia en las escuelas, el caos en el tránsito y las cárceles abarrotadas son síntomas de un desorden generalizado, agravado por la corrupción histórica en la distribución de tierras. Mientras tanto, los sindicatos y gremios profesionales han dejado de cumplir su función, convirtiéndose en parásitos del presupuesto sin rendir cuentas ni defender a sus miembros. En este escenario, el presidente Luis Abinader tiene la oportunidad de liderar un cambio crucial.

La Reforma Fiscal es urgente, pero no puede limitarse a ajustar impuestos; debe ir acompañada de un reordenamiento integral del gasto público. Se deben eliminar los privilegios, como los «barrilitos» y los sueldos desmesurados, que son ofensivos para la mayoría de la población. Esto es indispensable para reconstruir la confianza en las instituciones y garantizar una administración más justa y equitativa.

Además, posiciones complacientes no solo perjudican al presidente, sino a toda la sociedad. La crítica constructiva es vital en una democracia saludable, ya que permite el debate necesario para tomar decisiones justas. Sin ella, el gobierno corre el riesgo de perpetuar los errores y alejarse de las verdaderas necesidades del pueblo.

Abinader tiene la responsabilidad de liderar una reforma estructural que no solo afecte el sistema fiscal, sino también cómo se gestionan los recursos del Estado. Dejar de financiar a partidos políticos sin liderazgo real y acabar con los abusos en el uso de fondos públicos son pasos esenciales para una transformación profunda. Si el presidente enfrenta los intereses creados y los privilegios de la élite, puede dejar un legado de transparencia y justicia que reconstruya la República Dominicana sobre bases más sólidas.

Es hora de enfrentar esta crisis con valentía, eliminar los privilegios y transformar el sistema desde sus cimientos. La crítica y las exigencias justas deben ser la base del debate nacional, ya que solo así se podrá garantizar un futuro más equitativo y próspero para todos los dominicanos.

Relacionados