En el trasfondo de la apatía electoral en Santo Domingo Este se encuentra una narrativa de interrupción y desencanto. La ciudad, que experimentó una transformación significativa bajo la gestión del actual alcalde Manuel Jiménez, se ve ahora atrapada en la incertidumbre ante la posibilidad de un retroceso palpable.
El rescate de la ciudad, iniciado por Manuel Jiménez, ha sido una travesía marcada por la creación de un proyecto integral que buscaba no solo el desarrollo físico, sino también la construcción de identidad y la promoción de valores. Bajo su liderazgo, Santo Domingo Este se destacó como la única en recibir el sello de equidad, un distintivo que subraya el compromiso con la justicia social y la igualdad de oportunidades.
Eventos como el Festival del Folklore y los Premios Juventud se convirtieron en emblemas de una ciudad que celebraba sus raíces y reconocía los logros de sus jóvenes. Los espacios dedicados a los héroes nacionales fueron cuidadosamente remozados, y el Paseo de la Historia se erigió como un tributo a los patriotas que forjaron la identidad dominicana.
Además, la gestión de Jiménez se destacó por su enfoque en el bienestar de los trabajadores municipales, ofreciendo seguro de vida y eliminando prácticas de nominillas que tanto han aquejado a otras instancias gubernamentales.
Sin embargo, este proyecto distintivo fue abruptamente suspendido por el proceso de primarias, que resultó en la salida del alcalde, supuestamente con irregularidades y fraude. La ciudad, que había experimentado un renacimiento bajo este liderazgo, se encuentra ahora en una encrucijada, enfrentando la posibilidad de perder los avances alcanzados.
La apatía electoral se convierte, entonces, en el eco de una ciudad que teme un retroceso evidente. La incertidumbre sobre el futuro y el riesgo de perder un proyecto de transformación y desarrollo integral han permeado la percepción de los ciudadanos, llevándolos a cuestionar cuánto se perderá en el proceso.
En medio de las cuotas de egos desmedidas de los candidatos y la sombra de la interrupción de un proceso creativo y sin corrupción, Santo Domingo Este se encuentra en una coyuntura crucial. La apatía, en este contexto, es un recordatorio silencioso de lo que está en juego y la urgencia de una elección informada y reflexiva que defina el futuro de la ciudad.
