Dicen que a los alcaldes hay que darles 100 días, sin embargo, el de Santo Domingo Este en menos de un mes ha hecho retroceder a la ciudad varios años.
Barrios enteros que habían olvidado los vertederos otra vez, les conocieron, y el sistema de recogida de basura por calles basado en rutas y frecuencias fu destrozado a patadas por quienes llegaron creyendo que sabían todo.
Avenidas languidecen por falta de cuidado, espacios públicos ocupados por el propio alcalde para su propaganda electoral, flotilla local automotriz incluyendo la de camiones recolectores de basura quedan sin combustible por falta de combustible, los elevadores se detienen por ausencia de gasoil para las plantas eléctricas de backup, mientras los maltratos no solo a empleados públicos sino a alcaldes pedáneos y a los requerimientos de los comunitarios no se han hecho esperar.
El maltrato, egocentrismo, megalomanía y mitomanía entrema fluyen desde la Alcaldía de Santo Domingo Este mientras el desorden se apodera de las aceras y avenidas en un clima donde se siente, la ciudad es «tierra de nadie».
La oscuridad se ha vertido sobre una ciudad que inundó de amor cada rincón y ganas de vivir mejor, invadido ahora por el figureo, los vertederos improvisados y la mediocridad.
Será difícil mantener un medio sin que se llene de denuncias, pero la realidad es que la ausencia de oposición terminará de cubrir la ciudad de impunidad, mientras un For Sale (en venta) se nota en el ambiente porque los delitos desde las instituciones locales y las eventuales no ganas de detener la delincuencia política de mano con empresarios insaciables, parece sera el ABC.
Santo Domingo Este parece Roma a los ojos de Claudio que, sabiendo le habían envenenado, prefirió morir que ver la ciudad en llamas.
El desorden manifiesto desde el «poder» da paso al desorden generalizado que solo puede pararse con represión y esta, para colmos, es políticamente incorrecta.
Santo Domingo Este está en un callejón sin salida pues a solo un mes de vida bajo el régimen del desorden se puede, desde ya, escribir el epitafio.