El encargado de la Juventud en el PLD de Santo Domingo Este aspiró a cargos electivos y no ganó, y la figura que lo apoyaba fuertemente en su zona abandonó el partido días antes de las elecciones.
En el último proceso, figuras como el exalcalde Alfredo Martínez (El Cañero) y Ramón Cabrera fueron cercadas por el grupo que apoyaba la «nueva ola» de Luis Alberto Tejeda y no les permitieron llegar al lugar que, por liderazgo, les correspondía.
Este proceso, que fue sin duda la antesala de la debacle, estuvo precedido por el cerco contra estos dos líderes, quienes buscaban pertenecer al Comité Político y ser verdaderos representantes del municipio más grande.
Los representantes del PLD en el Comité Político son la «veterana» y doblemente perdedora de su curul senatorial, Cristina Lizardo, y Jonny Pujols, quien, aunque es del CP, posee un liderazgo nulo a nivel municipal.
En este contexto de rivalidades, Luis Alberto avanzó, pero en realidad, solo más allá de los «levantamanos». En términos de liderazgo dentro del PLD, el candidato con el «poder municipal» habría sido lo mismo que colocarle su nombre al partido, lo cual no era aceptable para los liderazgos emergentes. Luis Alberto nunca ha sido un líder «total».
En este escenario, es curioso que en la competencia por las curules a diputados en la circunscripción 1 no pase «el de Luis Alberto» (en teoría), sino su oponente, en una campaña que tanto en 2020 como ahora fue «sin piedad».
Cabrera no puede retener el partido en la circunscripción 2, y en la 3, acaba de renunciar un regidor. No es descartable que algunos de los diputados, como el de la circunscripción 1, terminen renunciando para irse, ya sea al gobierno o al partido verde.
La debacle morada en Santo Domingo Este ya está en camino y es difícil que Luis Alberto pueda comandar un resurgir del partido, aun siendo quien logró detener al Cañero y a Cabrera en las primarias.
Figuras como Isabel de la Cruz y el presidente de la ADP, Hidalgo, son considerados grandes perdedores en este proceso en la circunscripción 3, donde eran vistos como «imbatibles».
¿Qué harán los que «mueven voto» en un contexto donde la desconfianza es la constante?
