Temprano, cuando intentábamos establecer el Colectivo de Comunicación y Prensa de Santo Domingo Este, el experimentado comunicador Juan Cruz Trifolio me advirtió sobre cómo las organizaciones a menudo se convierten en instrumentos para algunos en detrimento de otros. Su consejo fue que tuviera cuidado, y así lo hemos hecho.
Asociaciones, sindicatos, observatorios, se llenan de nombres pero muestran poco en términos de acción. Más bien, premian más de lo que colaboran. De gobierno en gobierno, estas organizaciones se aferran una y otra vez, mientras el grueso de los comunicadores y periodistas les sirve de instrumento para estar en la cúspide, cerca de donde se crean y firman los cheques. Luego, con el tiempo, nos preguntamos cómo crecieron tan rápidamente.
La lección es clara: no esperes nada de nadie, especialmente de organizaciones con escasa transparencia donde los «cargos» son vitalicios o poco claros.
Lo mismo ocurre en la política. Cada cuatro años, llega gente nueva, y aquellos en los niveles medios y bajos vuelven a caer en cuentos, permitiendo que su futuro sea atado a las promesas de campaña de alguien más.
La vida de un ser humano depende de su esfuerzo y su suerte. Sin embargo, es triste cuando te encuentras yendo de etapa en etapa, sirviendo de condón a aquellos que llegan, astutamente utilizando a colegas y seguidores. Dan algo, pero nunca sabemos quién está realmente moviendo los hilos detrás de escena. Van de gobierno en gobierno, aprovechándose de las mieles del poder, mientras la mayoría solo les sirve de escalón para que ellos lleguen y dejen al resto abajo.
Es malo si te engañan una vez, pero si otros llegan con el mismo cuento y les sirves, eres tú el que está mal, disfrutando servir de escalón sin comprender que nunca serás quien pise fuerte. Para ser respetado, no debes ser ingenuo