Y, de repente, WhatsApp. Quién te iba a decir hace apenas diez años que tener un teléfono inteligente cargaría sobre tus hombros, en muchas ocasiones, la responsabilidad de estar siempre presente; dispuesto a responder en cualquier momento a amigos o compañeros de trabajo, como si tu vida, tu independencia y tu tiempo no tuviesen ninguna importancia. O, por lo menos, no tanta como la que debería y, sin duda, como la que tenía antes. Porque, al final, la tecnología es uso: un arma de doble filo. Algo que nos permite…
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