Las justificaciones del Alcalde y sus «defensores», junto con un video de los empleados colocando la Biblia «perdida» del Monumento al Libro Sagrado, no logran apaciguar el cuestionamiento público. Este se agrava cuando, en el guion de la defensa, no solo intentaron exponer a uno de los «denunciantes», Fernando Buitrago, como difamador, sino que incluso insinuaron por qué no estaba preso, a pesar de que él no hizo acusaciones específicas contra nadie.
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