Las campañas políticas se mezclan con los intereses no solo de los políticos sino de los medios de comunicación quienes, pocos, tratan de mantener lenguajes respetuosos y líneas editoriales equilibradas, pero otros se dejan atrapar por adhesiones a equipos políticos y peor, a resentimientos contra candidatos, convirtiendo a los medios en blogs que destilan odio y/o resentimiento.
La falta de profesionalidad queda al desnudo cuando los comunicadores o periodistas emiten juicios de valor más allá del personaje político y se van a lo «personal».
Sin embargo, lamentable es apreciar que el resentimiento y quién sabe, algun que otro interés económico, hace perder a los dueños de medios y responsables de los editoriales, la guía del cuido de las matrices de opinión, pues, o eres una herramienta de difusión y relacionador público de un equipo de campaña, o eres un medio de comunicación.
No, no es igual que la línea editorial sobre la verdad beneficie a alguien y/o perjudique a otro, que plantearse ser juez y parte, ser medio y verdugo.
Los títulos tremendistas e irrespetuosos exponen las debilidades de los que trabajan en los medios y la pobreza espiritual de quienes, en vez de vestirse de periodistas cuando se sientan a escribir y publicar, se sientan «desnudos» con sus rasgos miserables, como si de teteos se tratara y, borrachos, se desinhiben de todo vestigio de sentido común, como si estuvieran participando en orgías donde todo se vale, se destrozan a sí mismos y terminan cuan condón usado, inservibles, sin credibilidad y peor, sin ética que exhibir o defender.
Las ciudades se construyen sobre la base de pensamientos de desarrollo y, en esa tesitura, los medios deben entender cuál es su rol, que no es participar activamente en política, aunque las preferencias quieran imponerlo, sino, como enseño Bertolt Brecht, ver y participar como prensa y comunicación en la contienda, lo más ecuánime posible y balanceado posible, dando al cesar lo del cesar y, lo que está bien, que esté bien, denunciando lo que está mal.
En Santo Domingo Este como en cualquier otro escenario, pero, más, veremos de todo, pues, en estos tiempos de cambios alofokiano, los títulos tremendistas, sesgados, irrespetuosos y soez, destrozan coherencias y credibilidades, sepultando a los medios que mantengan líneas editoriales alejadas del periodismo necesario.